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20 DE NOVIEMBRE – DÍA DE LA SOBERANÍA NACIONAL – RECORDAMOS AL CORONEL DE MARINA TOMÁS ESPORA

Sólo me precio de poseer lo que la Mar da al Marinero, como así también de tener más heridas en el cuerpo que grados en el uniforme»

«Solo los cobardes se rinden sin pelear, y aquí no reconozco sino argentinos y republicanos. Compañeros: arrimen las mechas y ¡Viva la Patria!»

Coronel de Marina Tomás Espora.

El almirante Brown, llegó tarde al sepelio, y tuvo que pedir que desclavaran el féretro para poder despedirse de él. Tomó sus manos y dijo:

«Considero la espada de este valiente oficial una de las primeras de América y más de una vez admiré su conducta en el peligro. Es lástima que un marino tan ilustre haya pertenecido a un país que todavía no sabe valorar los servicios de sus buenos hijos».

El 19 de septiembre de 1800, en la ciudad de Buenos Aires, en una enorme casona conocida como «Los Altos de Escalada», con frente actual a la Plaza de Mayo, nacía Tomás Domingo de los Dolores, nombres de su padre y madrina, para luego quedar en un lugar privilegiado de nuestra historia con el simplificado de Tomás Espora.

Domingo Espora, su padre, de origen genovés, de oficio ebanista, y su madre, Tomasa Ugarte, santafesina por más dato. Le tocaría a ese niño asociar su nombre a la existencia de cuatro repúblicas y a la grandeza del tiempo que vivió. Salido de la escuela, se hizo a la mar a aprender allí el servicio de ella y a consagrarse para siempre al de su Patria, que se hallaba entonces en la más desesperada lucha con el poder español.

Lo encontramos ahora, con 15 años de edad, año 1815. No duda en alistarse en las naves que van a zarpar en crucero de corso por el Pacífico, «Halcón», «Constitución» y la histórica fragata «Hércules». La primera, al mando de Bouchard y de Brown, la última. Regresan a Buenos Aires luego de un año, a bordo de la fragata «Consecuencia», capturada en El Callao, luego llamada «La Argentina».

Julio de 1817: embarca a bordo de la fragata «La Argentina», que comanda Bouchard. Previsto un periplo corsario para combatir los buques españoles, su comercio y sus posesiones Tomás Espora ocupa el cargo de pilotín y escribiente. Parten rumbo este, cabo de Buena Esperanza.

En este inédito viaje, se suceden acciones en Madagascar, Manila, Hawaii. Se ocupó la fortaleza de Monterrey (California), enarbolando la bandera nuestra durante seis días. Atacaron San Blas, Acapulco, haciendo buenas presas de buques españoles. Arriban a Valparaíso, Chile, el 13 de junio de 1819, luego de dos años de navegación. Espora se convirtió en el primer oficial argentino en dar la vuelta al mundo en una nave con nuestro pabellón.

Se alista, posteriormente, en la «Escuadra Libertadora» que se encargaría de trasladar al general San Martín y su ejército al Perú, con el cargo de segundo comandante de la fragata «Peruana», uno de los catorce transportes. El gobierno del Perú, en 1812 (tenía Espora 22 años), lo condecoró con el despacho de capitán de corbeta.

Luego de diez años de heroicos servicios, regresan a Buenos Aires en los albores de la guerra con el imperio de Brasil. Lo incorporan a la escuadra que se está formando a las órdenes del almirante Brown, que le confía el mando de una de las cañoneras.

Se inicia la guerra en 1826, participando Espora en 29 acciones navales. Es el reemplazante natural del gran almirante en el comando de la escuadra argentina, lo que sucede en dos oportunidades: cuando este debe alejarse por una herida de guerra y, luego, por dolencias físicas. Es sabido que Brown no era pródigo en brindar elogios; sin embargo, en los partes y comunicaciones, no deja de nombrar a Espora sin agregar los calificativos de «intrépido», «bravo», «benemérito».

Su última acción en esta guerra se sucede en Punta Lara, al comando del bergantín «Uruguay», que formaba parte de la escuadra de Brown.

Fue ascendido a coronel graduado el 10 de octubre de 1828. Tuvo el honor de recibir, en nombre de las autoridades, al general San Martín, que fuera su comandante durante la campaña libertadora, a su llegada al puerto de Buenos Aires, en 1829. Sabemos que San Martín, decepcionado por el estado de anarquía imperante entonces en su Patria, regresa a su destierro, donde terminaría sus días.

Ocuparía Espora la capitanía de puerto de Buenos Aires en tres oportunidades: 1829, 1833 y 1835 y la jefatura de la escuadra, en los años 1833 y 1835.

Malos vientos se sucederían. Convulsiones en la vida política del país le afectaron su honor, su bien ganada fama en el combate y su altura moral. Imputaciones calumniosas van afectando su salud. Se recluye en su quinta de Parque Patricios, hoy Museo Naval Espora. Su salud se debilita y torna a aislarse.

Se agrava su estado, doblegado por tanta infamia. Pide confesor, se despide de los suyos y en las primeras horas de la tarde del 25 de julio de 1835, se apaga su vida.

Brown, en el velatorio, apoyando sus manos en las del muerto, dijo: «Considero la espada de este valiente oficial una de las primeras de América; lástima que haya pertenecido a un país que no sabe valorar a sus héroes».

El coronel de marina Tomás Espora, uno de los «Tres Valientes» de nuestra historia naval, junto a Guillermo Brown y Leonardo Rosales, merece, a los 174 años de su muerte, que los argentinos de hoy lo recordemos reconociendo sus cualidades como hombre e, igualmente, sus acciones como soldado de mar, para afirmar nuestra independencia.

La vida de Espora, signada por el heroísmo y la aventura, por el sacrificado servicio al honor de la República, es una de las que mejor configuran una lección y más acabadamente perfilan un ejemplo.

Cinco buques en la Armada Argentina llevaron el nombre del coronel de Marina Tomás Espora: bergantín «Espora» (1865), vapor de guerra «Coronel Espora» (1867), torpedera de mar «Espora» (1890), destructor «Espora» (1972) y corbeta misilística «Espora» (1983).

Corbeta Misilístca ARA Espora (P-41)

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